lunes, marzo 03, 2008

Reducidas mundi

¿Experiencia?:

Tardo un minuto cuarenta y cinco segundos en encontrar “mil novecientos noventa y dos”. La imagen es difusa hasta que alcanza absoluta fotografía, cine, escena –agregan. O más bien, desde el clip imborrable se desprende una zona borrosa; la foto... y poco más allá. Sábado a la mañana. A la mañana. Mil novecientos noventa y dos del sábado a la mañana es resaca. Incluso la recordamos, no demos tantas vueltas. Concreta; como todas y cada una. El suburbio de esa mañana es el sustraído; un día más del olvido, salvo por la oferta de una imagen implacable que fuerza la ampliación del cuadro. Por amor, evidentemente. Se- juega- fútbol- cinco- campeonato- semifinal o cuartos- te eliminan- chau. La gravedad queda cumplida. Inmediatamente el partido esta 2-3. Perdemos... ¿sí? No recuerdo un solo gol una sola jugada. Dicen la resaca. El dato siempre es doble. O lo que es lo mismo: al dato lo puso Dios, por lo tanto, hay dos datos. Perdón. Lo que se ve. Por fin. No falta nada (de hecho, el partido termina a poco de la imagen, ¿del ícono?, qué se yo de tantas repercusiones). No falta nada 2-3 y ¿estás?, ¿estoy? ¿estuve? La cosa es que yo (prrrffffgaaarrtttttooouuuumm) quedo mano mano quedo mano a mano quedo mano a mano. Después de pasar entre dos que ya rozan el marco neblinoso. La acepción léxica más acertada para dar cuenta del segundo que sigue a semejante fragmento espacio temporal (dimensiones morales que provee 2-3) es: pif. Cumplo con la editorial agregando que el arquero la tapó, luego el árbitro pitó y, conforme el plano de enunciación trazado, chau. Dolor.